Una mañana de un 26 de diciembre de hace 100 años, aún con la resaca del día de Navidad, fue la fecha escogida para la inauguración solemne de la 1º ampliación del metropolitano madrileño, la primera de un largo sinfín que llega hasta nuestros días, en los que se siguen construyendo ambiciosas ampliaciones que hacen sumar más y más kilómetros y estaciones a la red del metro.
Por aquel entonces, la compañía Metropolitano Alfonso XIII llevaba apenas 2 años explotando la línea Cuatro Caminos-Sol y había interés en aprovechar el «tirón» inicial para construir nuevas líneas que conectaran los principales lugares de la ciudad y sumaran más potenciales viajeros al entonces novedoso ferrocarril subterráneo. Al acto acudieron los reyes y otras personalidades de la época que, de forma parecida a hoy, tan solo experimentaban las sensaciones del nuevo medio de transporte de masas en días señalados, aunque sin las incomodidades del día a día, claro.
La línea Sol-Atocha nació de la necesidad de conectar la línea norte-sur con la estación del Mediodía, para lo cual fue necesario hacer un gran giro desde Tirso de Molina para reorientar el trazado de la línea. A lo largo de sus 1,8 km se distribuyen 3 estaciones, ubicadas en las tres plazas que atraviesa la línea y con una configuración que evoluciona desde el modelo inicial de 1919 a estaciones de mayor complejidad con un mayor número de accesos y vestíbulos y una ornamentación de carácter más monumental de la mano de Antonio Palacios.
Un aniversario con poco que celebrar
Tristemente, asistimos a otro centenario que llega sin pena ni gloria, puesto que desde Metro de Madrid muestran una vez más una escasa voluntad de poner en valor el gran legado histórico que poseen.
La estación de Tirso de Molina es una de las más interesantes de la red de Metro, por ser la única estación en servicio que mantiene, en su vestíbulo principal, el estilo con el que fue diseñada por Antonio Palacios, conservando cerámicas de diferentes colores y un gran mosaico cerámico rematado por un escudo de Madrid. Su acceso es uno de los dos únicos en todo Madrid que mantiene la balaustrada de granito original, haciendo que la experiencia de viaje sea en cierto modo también un viaje en el tiempo. Una estación así debería ser un reclamo dentro de la red de Metro, sin embargo apenas se le presta atención desde las administraciones madrileñas.
En el resto, los efectos del paso del tiempo se notan sin que tampoco nadie se preocupe por ello. Nadie parece haber pensado en algún tipo de placa que recuerde los nombres originales de 2 de las 3 estaciones de este tramo, que fueron inauguradas con un nombre diferente al actual y que aún perdura entre algunos viajeros (Progreso en el caso de Tirso de Molina y Atocha en Estación del Arte); en la señalización de lugares destacados en estas estaciones como la «rotonda» de Antón Martín; el impacto del vitrex que resta personalidad a las estaciones, en detrimento de la cerámica empleada originalmente, y que hace que las que hoy cumplen 100 años no se distinguen de las construidas en fechas recientes; espacios cerrados al servicio de viajeros como pasillos y vestíbulos que podrían albergar algún uso cultural dentro de las estaciones; o la pérdida y recuperación de elementos perdidos como la farola anunciadora para el acceso principal con balaustrada de Tirso de Molina.
Aunque con la reciente noticia de que la Comunidad de Madrid lleva desde 2014 sin aplicar el 1% cultural parece complicado poder cumplir algo de lo mencionado más arriba.
Y es que ojalá las efemérides sirvieran de excusa para hacer actuaciones que pongan en valor las cosas y no solo para dar pie a pequeños actos de carácter más propagandístico. Queda un año y medio hasta el siguiente centenario ¿Habrá cambiado algo Metro de Madrid?
Me alegro de que alguien se dedique a enseñar la historia tan bonita del metro
Por lo cual le doy muchisimas gracias
Que es la «farola anunciadora»? Jeje